viernes, 23 de enero de 2015

Nisman.




Cada vez que estamos delante de un caso de altísima conmoción pública nos encontramos con un déficit en la calidad investigativa que va desde los fiscales hasta las policías. Todo se embarulla, no se conserva la evidencia objetiva, se cometen errores que de tan inocentes parecen a propósito, nos sentimos desamparados, que nadie nos cuida y que nadie nos esclarece los crímenes.

Necesitamos dar un salto cualitativo en términos políticos y en términos judiciales y hay que meter mano-tal como hizo la Presidenta, a mi gusto tarde- en los servicios secretos y en las policías. Por que los delitos trasnacionales como el tráfico de armas, drogas, terrorismo necesitan de policías y espías permeables para poder actuar, sumado a una clase política que no hace de la honestidad su bandera, termina siendo tierra fértil para lo más atroz.
La honestidad es la llave maestra para desactivar a los grupos extorsivos que viven en las sombras.

La dictadura genocida argentina tuvo un elemento más cruel que el resto de las dictaduras del cono sur, no sólo nos robaron una generación de bebés que aún buscamos si no también se valió de delincuentes comunes para hacer el trabajo sucio. Aníbal Gordon es un ejemplo claro de que los militares empoderaban a delincuentes comunes con rangos altos en las policías y en la Side para que realicen la faena; se acuerdan de la película El Secreto de sus ojos? Recuerdan que el violador y asesino termina siendo liberado para cumplir órdenes de la Triple A? Esa es otra herencia de la dictadura que aún padecemos. Empoderaron a brutos asesinos, violadores, ladrones o lúmpenes como el caso del Turco Julián y le dieron el poder total de la vida y muerte en la Argentina oscura. Eso es una escuela que sigue hasta hoy, en la SI, en algunos sectores de la PFA y de la Bonaerense.
Cuando exigimos la depuración de las fuerzas de seguridad lo hacemos con la convicción que es una medida IMPRESCINDIBLE para que la oscuridad, la ilegalidad, la adminstración del delito, los crímenes de estado no tengan asidero. Es una medida pragmática, no ideológica.

Necesitamos tranquilizarnos.
Necesitamos que la Presidenta termine su mandato como dice la Constitución, no ayuda a nuestra democracia ni a nuestra cotidianeidad pretender esmerilar la figura Presidencial con un caso tan delicado.
Necesitamos, también que los funcionarios sospechados de delitos de corrupción sean investigados en un plazo razonable y necesitamos que sean condenados a prisión efectiva. Es una manera de empezar a dar el ejemplo y a consolidar la democracia.